viernes, 5 de octubre de 2018

Cosas que recuerdo/pienso mientras leo



Hace unos años, mientras transitaba los primeros pasos de una adultez a la que nunca terminé de llegar, pasé una noche con una mujer hermosa, cuya belleza —por más autoestima que tuviera— no podía compensar. El único registro de ese encuentro es mi memoria.
Esa noche me hizo creerme tantísimo mejor de lo que era, y para confirmarlo presumí durante un buen tiempo de haber tenido una única buena noche. No hubo heridos de consideración, pero mucho tiempo después quisiera que la tierra se tragara las palabras dichas.


Hoy empecé a leer El Montaje Obsceno de mi amigo, el escritor santiagueño, Claudio Rojo Cesca. En el cuento que titula al libro una profesora mantiene una relación con su alumno. No pude evitar recordar un caso viral de hace algunos años, también con protagonistas santiagueños, de igual trama. Al ver el video del escándalo, lejos de indignarme, pensé qué linda chica, demasiado bella para un partenaire tan fulero. Tanto me impresionó la hermosura de esa mujer que aún hoy recuerdo su nombre: Lucita.
¿Por qué se viralizó el video? Al parecer el 4 de copas quiso presumir de ser el semental de su barra de amigos y divulgó el video, así como se han divulgado otras tantas filmaciones de mujeres que no han escandalizado a la opinión pública.
¿Por qué no me escandalizó aquel caso? No sé. Alguna vez tuve la edad del pibe y entonces me hubiera gustado correr su misma suerte, sobre todo con una mujer como Lucita.
¿Qué fue de la vida de los protagonistas? Consulté a amigos santiagueños. De la profe nada se sabe. Aparentemente ya no vive en la provincia. El pibe no le interesa a nadie. Me reconforta imaginármelo mendigando afecto con chicas de su edad, mintiendo que ya aprendió la medida de las cosas, y siendo rechazado una y otra vez en solidaridad a todas intimidades destrozadas.
Nada... eso. Tenía ganas de contarlo.



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