El texto resultante fue publicado en el sitio Anatomía Urbana.
Aurora tiene un calcetín verde. Sólo uno. También
tiene otras medias huérfanas de varios colores. Pero verde, lo que se dice
verde, sólo esa. Ya no recuerda si la prenda quedó sola porque extravió su par,
o a lo mejor se trataba de un calcetín amarillo que tuvo la desgracia de
compartir lavarropas con una toalla azul. Sea como sea, esa única pieza la hace
sentir especial y sola, como si al cajón de las medias le faltara su otra
mitad.
Mientras las chicas de la oficina comentan sobre un
ex al que encontraron en Badoo, hojean la cartilla de Avón o muestran una foto
graciosa de un gatito en el teléfono, Aurora comenta al pasar que le gustaría
encontrar no al calcetín faltante, sino a otro de diferente tono de verde, al
cual también se le hubiera perdido su par.
Tal es el vacío que siente Aurora que ha decidido
terminar con la existencia del calcetín en cuestión. En la calle ata un hilo a
un poste de luz y empieza a andar. En cada paso se desteje un punto y nuestra
protagonista se empieza a sentir más liviana. Mira el sol como si fuera la
última vez que lo fuese a hacer y cree que es un lindo sol, que brilla sólo
para ella. Cuadra a cuadra la media se hace más pequeña y ella empieza a sentir
un olorcito a esperanzas. Quiere el destino que la prenda termina de
desvanecerse cuando ella ha cruzado la puerta de casa. Tiene ganas de
maquillarse, de cambiar esa cara de oficinista cansada por la de novia
primeriza. Sale del baño pestañeando rimmel y oye que llaman a la puerta. Es
Isidoro, que ha llegado ovillando un hilo verde igual al de su único ejemplar
de Guante Mágico.
Muy bueno
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