jueves, 20 de julio de 2017

El Calcetín Verde

A finales de 2016 con un amigo que deseaba adquirir el hábito de la escritura bajamos un manual de Scribd con ejercicios talleristas. Escogimos una consigna al azar: debíamos escribir cada uno un texto que comenzara con Aurora tiene un calcetín verde.
El texto resultante fue publicado en el sitio Anatomía Urbana.




Aurora tiene un calcetín verde. Sólo uno. También tiene otras medias huérfanas de varios colores. Pero verde, lo que se dice verde, sólo esa. Ya no recuerda si la prenda quedó sola porque extravió su par, o a lo mejor se trataba de un calcetín amarillo que tuvo la desgracia de compartir lavarropas con una toalla azul. Sea como sea, esa única pieza la hace sentir especial y sola, como si al cajón de las medias le faltara su otra mitad.
Mientras las chicas de la oficina comentan sobre un ex al que encontraron en Badoo, hojean la cartilla de Avón o muestran una foto graciosa de un gatito en el teléfono, Aurora comenta al pasar que le gustaría encontrar no al calcetín faltante, sino a otro de diferente tono de verde, al cual también se le hubiera perdido su par.
Tal es el vacío que siente Aurora que ha decidido terminar con la existencia del calcetín en cuestión. En la calle ata un hilo a un poste de luz y empieza a andar. En cada paso se desteje un punto y nuestra protagonista se empieza a sentir más liviana. Mira el sol como si fuera la última vez que lo fuese a hacer y cree que es un lindo sol, que brilla sólo para ella. Cuadra a cuadra la media se hace más pequeña y ella empieza a sentir un olorcito a esperanzas. Quiere el destino que la prenda termina de desvanecerse cuando ella ha cruzado la puerta de casa. Tiene ganas de maquillarse, de cambiar esa cara de oficinista cansada por la de novia primeriza. Sale del baño pestañeando rimmel y oye que llaman a la puerta. Es Isidoro, que ha llegado ovillando un hilo verde igual al de su único ejemplar de Guante Mágico.



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