domingo, 20 de mayo de 2018

Reflexión y Gravedad

Les dejo un cuento que escribí para la revista Tren Insomne, y que fue publicado con la nota que me hicieron a principio de año.


Reflexión y Gravedad



...hay alguien que te necesita.
Falco - Jeanny

Cuando el Efecto Tequila sacudió al país, su resaca dejó a casi todos con el culo mirando al Norte. Los profesores nos pedían, antes de empezar sus clases, que les recordáramos a nuestros padres que la cuota se pagaba del 1 al 10. Los alumnos nos mirábamos ignorando a qué se referían. Después empezaron a pedirnos que reconsideráramos nuestra situación, que si nuestra economía no daba para pagar un colegio privado, no íbamos a ser menos dignos por ir a uno público, que así podíamos dejarle cupo a chicos que sí podían pagar. Con el correr de los meses varios pidieron el pase, pero nadie se sentó en los bancos que quedaron. Lo más bajo fue lo que hizo el pelado de Sociales, que avisó que quienes le adjuntaran el recibo de la cuota en el examen tendrían dos puntos extra. Si ese año no me llevé la materia fue gracias a que mis viejos estaban en el minúsculo grupo de los pagadores. Pronto los profesores empezaron a renunciar y en sus lugares llegaron estudiantes universitarios avanzados, alumnos hambrientos que aceptaron las horas por un tercio de su valor.
Así fue como a Física llegó Yeni, la profe más linda del mundo con sus 22 años a cuesta, rubia y con una nasal y sensual tonada mendocina. Era distinta a todos los profesores que conocíamos. Llegaba en bicicleta y escuchando walkman. Usaba jeans que, aunque sueltos, denotaban una colita de manzana que era la delicia de los pibes. Le gustaba enseñar y se empeñaba en que todos, aún los que ya habían decidido llevarse la materia, entendieran. Bajo la excusa de que la tiza le producía piel de gallina explicaba y desarrollaba los ejercicios en los cuadernos de los más vagos, obligándonos a entender Física por ser los anfitriones de los cuadernos. Nos encantaba que hiciera eso, ya que de tan cerca que se nos ponía podíamos sentirle su perfume dulzón y espiarle el escote a través de los botones abiertos de la camisa.
Una vez entró al aula y en su recorrida visual me encontró sentado en uno de los bancos del fondo escuchando música. Me quitó los auriculares, y en vez de retarme se los llevó a los oídos para intentar reconocer qué sonaba. Era un enganchado de Los Visitantes.
—¿Te gusta esta música? —Preguntó y se lo confirmé asintiendo con la cabeza—. Te voy a traer un casét con una banda mendocina que te va a encantar.
Le agradecí la intención y guardé el walkman.
Al recreo siguiente el Mono dijo que la profe lo había invitado a la casa.
—¡Callate! ¡Mentiroso! —Le dijimos a coro.
—¿Qué tiene? Dijo que era para ayudarme a levantar el promedio.

Al día siguiente contó que la había visitado, que ella lo esperaba con un camisón semitransparente, que él sacó su cuaderno, pero que le dijo que era muy mal alumno, que para qué perder tiempo estudiando si podían cojer, que sabía que le gustaba porque se había dado cuenta cómo la miraba, y que ahí nomás lo desvistió y empezaron a hacerlo en el comedor. Le pedimos detalles y el Mono los daba dosificándolos con maestría. Al menos hasta el próximo jueves fue nuestro héroe: la profe estaba re buena y además era gauchita; todos deseábamos su suerte.
Empezó la hora de Física. Yeni dictó ejercicios. Mientras los resolvíamos me miraba con insistencia. Tenía la esperanza que fuera para invitarme a su casa, pero no. De los 10 ejercicios, el único que los resolvió a todos correctamente fue el Mono.
Al terminar la clase se acercó y me dio un casét virgen. En su tapita decía en manuscrita Alcohol Etílico, y un corazón dibujado a un costado.
—Es mi banda favorita. Creo que te va a gustar.
—¡Gracias profe! Lo copio y se lo devuelvo.
—¡No! Es un regalo. Dejátelo.

Puse el casét y me eché en la cama. Alcohol Etílico sonaba lindo. Era una mezcla de la banda chilena Los Tres y la mexicana Maná con los Enanitos Verdes. Pero el hecho de que el casét me lo hubiera regalado una profe, nada menos que una profe joven que estaba re buena, hacía de esa banda una mejor que los Rolling. Pensaba en lo que había contado el Mono. Ahora no le creía nada. Era obvio que había visitado a la profe, sino no había forma de que un neandertal como él hubiera resuelto bien los ejercicios. Me gustaba imaginar que la profe Yeni fuera capaz de cojer con sus alumnos. Todavía era virgen y me pesaba demasiado, sobre todo a esa edad donde todos presumían de haberle visto la cara a Dios, e incluso haberle sugerido un lifting. Sonaba una canción que decía: eh pibe, cómo estás / cae la lluvia, te vas a mojar / y dónde están tus padres / en esta noche tan tarde. Me imaginaba a la profe, empapada por una lluvia torrencial recitándome eso, con su camisa mojada transparentándole las tetas y los pezones duros. Con sólo pensarlo así, fue cuestión de apenas pajearme un poco para terminar.

En el primer recreo el Pollo contó que la tarde anterior le había tocado a él, que cayó a que le explicara cómo resolver los problemas, pero que le contestó que Física sólo en el colegio, y que se bajara los pantalones, que se moría de ganas de chupársela, y comenzó a dar detalles de una aventura porno incomprobable. Cada acción que relataba buscaba la aprobación del Mono. No podíamos saber cuánto cojió o cuánto estudió hasta dentro de unos días que volviéramos a tener la materia y ver cómo resolvía los ejercicios. Al menos por unos días lo miramos con una desconfiada admiración.
El lunes antes de entrar al aula, Yeni preguntó si me había gustado el casét.
—Muchísimo —respondí—. La que más me gustó es Llueve —y para mis adentros pensaba en qué cara pondría si le dijera que me pajeé con esa canción pensando en ella.
—¡Es genial! ¡También es mi favorita! —Dijo y trató de entonar el estribillo—: Llueve, no lo puedo parar / lo que siento, no lo puedo parar.
Le sonreí y me pareció que el verde de sus ojos se asentaba en el marrón de los míos como queriendo dominarlos.
Durante la clase el Pollo falló unos ejercicios, pero ante la mención de la profe acordate lo que te dije, no podés mezclar papas con zapallos, terminó resolviéndolos bien.

Aunque aprobamos todos, mi examen estuvo muy flojo. Saqué un 8 y, obvio, no protesté.

Tuve ganas de devolverle el gesto musical. No sabía qué grabarle. Supuse que le gustaba el rock en castellano. Le hice un mezcladito con los mejores temas de Miguel Mateos. Como no tenía ningún casét de él, llamaba a la radio, pedía un tema pidiéndole al operador que no lo pisara, y una vez grabada la canción, repetía el proceso con otra emisora. Cuando en el lomo anoté el nombre del cantante, y aunque me parecía muy cursi, reemplacé la O por un corazón.
Le conté que le tenía un regalo. Yeni dijo que era un dulce y me dio un beso en la mejilla. Apenas leyó el nombre de Miguel Mateos dijo que lo amaba, que a ella le gustaban los morochos, pero que Miguel Mateos era el único rubio que le gustaba, que le encantaba su música y sus letras.

Supimos en esos días que Joselo y Ale también habían visitado a la profe. Joselo presumía de las generosidades de Yeni y de su adicción al sexo anal. Ninguno le creía. Pero Ale contaba que a él sólo le dio consulta, que le dio algunos conceptos y hasta que incluso le cebó mate durante el rato que estuvo. Esa versión sin ningún ornamento nos hacía sospechar que esta vez sí podía haber pasado algo.

Un jueves de Noviembre, apenas terminó su clase, Yeni dijo que aunque me iba muy bien en su materia y no necesitaba consulta, podía ir a conocer su casa cuando quisiera. Me gusta creer que lo del viernes a la noche fue idea suya, pero la verdad es que el día y el horario lo dije yo. Yeni primero dudó en aceptar, luego rió nerviosa y finalmente dijo que estaba bien, que fuera cenado y que sería apenas un rato.
Esa noche casi no pude dormir. Escuchaba una y otra vez el casét y el corazón me golpeteaba loco en las costillas. Pensaba en todo lo que habían dicho de ella y no creía nada, o no quería creer, pero debía hacerlo, sino la esperanza de mi debut sexual con la profe más linda del mundo era en vano. Para tratar de relajarme me eché varias pajas y en cada una Yeni fue la musa.
El viernes apenas si presté atención en clase. Sin contarles que esa noche el invitado era yo, interrogué una y otra vez al Mono, al Pollo y a Joselo sobre los detalles de sus encuentros con la profe, y estos repitieron una y otra vez sus historias, enriqueciéndolas en detalles, o a veces cambiando la secuencia de los hechos.
Durante la tarde me bañé varias veces y revolví el placar buscando la mejor combinación de pilchas. También mezclé varios perfumes y llegué, incluso, a echarme en las bolas. ¡Ardió más que la mierda! A medida que las horas pasaban el pecho me latía con más fuerza y me costaba respirar.
Quince minutos antes de la hora pactada salí de casa. Caminé las cuadras a paso lento, con todo el cuerpo tieso de ansiedad, apenas pudiendo flexionar las rodillas.
Llegué a la dirección anotada. La puerta de calle tenía un vidrio esmerilado. La luz dejaba ver una figura que esperaba en el interior. No toqué timbre. Preferí esperar. Pensé en salir corriendo, volver a casa y tirarme en un sillón a ver tele. Al cabo de un rato observándonos las deformadas siluetas a través del vidrio, la puerta se abrió. Yeni estaba muy bonita. Tenía el pelo recogido, los labios pintados de un rojo chillón y los ojos con una sombra que le enmarcaba su verde felino. Tenía un vestido suelto. Su rostro estaba incómodo. Sonreí y la saludé sin emitir sonido. Me hizo pasar. Su casa se trataba de un amplio monoambiente, posiblemente hubiera sido un viejo caserón transformado en varios y redituables departamentos. Tomé asiento y le pregunté si  tenía planeado salir. Negó con la cabeza y preguntó si yo tenía los mismos planes. También dije que no. Ya no quedaban dudas, se había arreglado así para mí. Quedamos observándonos en silencio, notando como la tensión sexual crecía con el sonido del reloj de pared como única banda de sonido.
—Usted es muy bonita, profe —le murmuré. La voz me salió aguda.
—Sos muy hermoso. ¿Por qué no naciste cinco años antes?
No sabía si esa pregunta esperaba respuesta, tampoco si Yeni esperaba a que diera el primer paso, o si la responsabilidad de hacerlo caía en ella por ser la mayor, la que más experiencia tenía.
Repasaba los detalles de la casa evitando mirarla a los ojos. Mi silencio le resultaba cómodo para sus incertidumbres. Tomé coraje, me levanté del asiento y busqué su boca para besarla, pero corrió la cara y el beso se estrelló en su mejilla con un sonoro chuic. Noté como su respiración era pesada y nerviosa. Tomó mi cara entre sus manos, tratando de mantenerme a unos pocos centímetros. Sus ojos escaneaban cada detalle mío, y los repasanba con la yema de un dedo. Sonrió. Vi como su expresión y su cuerpo se relajaban. De un mueble trajo un lápiz y varias hojas sueltas. Anotó unos ejercicios de cálculo de gravedad. Dijo que eran complicados, pero que esperaba mucho de mí, y que mientras los resolvía ella prepararía café. En algunas hojas reconocí la letra del Mono, la del Pollo, la de Ale, y la de Joselo.
Ciento veinte minutos más tarde, cuando hube resuelto diez ejercicios sin ningún error, nos despedimos hasta la semana siguiente. Volví a casa sin lamentarme de nada.
Ese lunes en el primer recreo yo también mentí, yo también conté cosas que no pasaron.
En Diciembre, cansada de que no le pagarán, Yeni renunció.

miércoles, 16 de mayo de 2018

Nota para Anatomía Urbana

Le dejo una nota que me hicieron para Anatomía Urbana con motivo de la salida de mi libro "Historias e Histerias sobre cabellos más fuertes que yunta de bueyes".
Musas Femeninas Y Un Amor Profundo A Las Letras

Desde muy pequeño Juanci Laborda Claverie, tuvo contacto con los libros y la escritura. Esta presentado su primer libro, “Historias e Histerias” (sobre cabellos más fuertes que yuntas de bueyes) en el que ha trabajado no solo como escritor y editor, sino que lo imprimió de forma artesanal en la tranquilidad de su casa.
El arte es una forma que se expresa en todas las ramas, no puedo ser neutral cuando se trata de un artista gigante con todo el empuje del mundo, al que además considero mi amigo y un poco mi mentor, uno de los que más me ha empujado al mundo de la escritura, de la lectura, de la radio. Puedo decir de él, que desde pequeño le gusto la lectura, no obstante, con el paso de los años fue perfeccionando su técnica para escribir. El año 2018 lo encontró editando su primer libro, inspirado en la mujer, uno de sus motores en la vida. Pero este libro no solo tiene sus textos, sino una parte de todo lo que convierte en magia, con su fuerza, la que he visto mil veces aplicar, y esta vez no lo detuvo. Hizo todo en resumidas palabras: imprimir, corregir, encuadernar, un trabajo de hormiga que termino en un esfuerzo de una tirada de libros, como las madres esperan pacientemente un nacimiento. En Anatomía Urbana, un vistazo al escritor puntano en Ascenso.

Bueno con los números (cuento que aparece en su primer libro)
Es de noche y es un baile. Orlando está solo. Siempre está solo. No es que no tenga amigos, pero prefiere estar solo. Es de noche, es un baile y la rubia lo mira. Lo mira y le sonríe. Orlando sabe que es pintón, y sabe que normalmente le gusta a las chicas, y sabe que lo que a ellas más les gusta es que es cariñoso, pero la rubia no lo conoce y entonces no puede saber que es así; supone que lo mira y le sonríe porque es pintón, y ahora que mira a la rubia se da cuenta que está re buena, que es rubia natural, bien gringa, bien tana, y que es más alta que él, a Orlando no le jode que las minas sean altas, piensa que en la cama no se nota, pero sabe que ese dicho es sólo una muletilla, porque si las minas son muy altas, o muy bajitas, hay posiciones que no se pueden hacer. Finalmente Orlando se acerca a la rubia, no la encara, primero se pasea cerca suyo como haciéndose el interesante; si tuviera algún amigo podría disimular, pero ha venido solo, y en soledad es más difícil encarar a una mujer; encarar a una mujer le resulta fácil, pero encararla en un baile le es difícil, pero mientras él busca palabras es la rubia quien lo saluda, le dice algo que Orlando no escucha por la música alta, la mina lo toma del brazo y lo hace bailar; a Orlando no le gusta bailar, pero le gusta la rubia que lo hace bailar y entonces baila; y sucederá que aunque los detalles son importantes para Orlando, para quien escribe no, que los detalles queden en la intimidad de ellos, y sólo contaré que Orlando y la mina amanecieron juntos.( continua)
Este es uno de mis cuentos preferidos del libro, la verdad me intrigó y cuando comencé a leerlo me pareció visualizarlo como en una película con dos personajes que aparecieron por arte de magia en mi cabeza, y cuando lo termine regrese al inicio para volver a leerlo. No le faltaba nada, estaba todo: introducción, un buen nudo y el final como me gusta a mi rompiendo los esquemas. Llame de inmediato al autor para decirle: “Este es el cuento que más me gusta”. Ahora un poco sobre su opera prima.


¿Cómo fue el proceso para llegar a “Historia e histerias”?
Es un proceso largo tiene que ver con escribir distintos cuentos. Por ejemplo, el más viejo es “La mujer Frankenstein”, que fue una charla entre amigos, totalmente informal, sobre cómo sería nuestra mujer perfecta. Empezamos a decir: yo le pondría los ojos de tal ex novia, le pondría la figura de tal otra, la personalidad de fulana… y se me ocurrió el cuento. Tuvo muchas reversiones y finalmente la que está en el libro. Después hay, por ejemplo, un cuento que se llama “Las manos”, que es  una anécdota que escucho en los pasillos de un hospital que me pareció increíble. Cuando quise ver tenía un volumen importante de cuentos que tenían un hilo conductor que era el deseo hacia la mujer desde diferentes formas. Le pensé un título: “Historia e Histerias sobre cabellos más fuertes que yuntas de bueyes “, y después vino el proceso de publicación, de buscar cómo publicarlo, de cómo mostrarlo.
Todo lo que se escribe ¿se puede mostrar?
Que buena pregunta. No… creo que tenés algunos textos que surgen como ejercicios para ejercitar la muñeca, otros para sacar algo de veneno de adentro, otros una idea que cuando la pensamos parecía genial, y una vez escrita nos damos cuenta que no era buena. Muy pocas veces surge algo que es mostrable. Hay que escribir mucho, ser constante, para que salgan muchos de esos.
¿Cómo te fue con la corrección de este, o de cualquier otro escrito?
La corrección se dio en varias partes. La primera fue la de contenido, que se fue dando a través de mostrárselo amigos lectores, que sé que son muy criteriosos. A veces me dijeron “animal, cómo vas a contar esto así”, y tuve que suavizar las historias y contarlas de mejor manera. Después está la corrección sintáctica; que eso se va logrando a raíz de escribir mucho, de tomar talleres. Yo tengo dos formas de corregir: una es utilizar en la computadora los lectores loquendo. Cuando la computadora me lee, me doy cuenta cuando algo no suena bien.
La primera historia que se te ocurre ¿es parecida a la que termina en la corrección?
A veces sí , a veces no. Por ejemplo “La mujer Frankenstein”. Si te mostrara la primera versión es nada que ver a la que está en el libro. Por ejemplo otro cuento que me gusta mucho es “Las cuatro Verónicas”. La primera versión es del año 2014, y la última del 2016. Son bastante similares entre sí.
¿Cuál es el cuento que te gusta más de “Historias e histerias”?
Hay varios que me gustan mucho, pero particularmente, y modestia aparte, creo que el mejor es “Las cuatro Verónicas”. Estuve dudando si incluirlo o no en el libro porque era una extensión demasiado larga, y no sabía más adelante podía tirarlo como una novela. Finalmente lo tijeretié un poco para poder incluirlo como cuento.
Algún cuento…¿puede desembarcar en una novela?
Precisamente he pensado muchas veces en ese cuento transformarlo  en una novela, en incluirle esos pedazos que le recorté y engordarlo… incluso flasheé mientras lo escribía que hacían una película de la novela, y que uno de los personajes, la Verónica rubia era interpretada por la “China” Suárez.
¿Qué temáticas encontramos en “Historias e Histerias”?
Hay de todo un poco. Hay un hilo conductor que es el deseo hacia la mujer, pero podes encontrar desde una trama policial, un canto a las costumbres generacionales que teníamos de pibes como caer 20 amigos de colados a un cumpleaños con un tetra y una bandeja de sanguchitos, y otro tipo de tramas más enroscadas como “Las cuatro Verónicas”, y también un poco de humor como en el “El soltero más codiciado” o “Estampitas”.
¿Qué cosas son las que te inspiran a escribir?
La vida misma. Me gusta el relato realista. A veces robo historias de las cosas que pasan o que veo. Hay un cuento que se llama “Vamos a ver” que es una situación que presencié en unas vacaciones. Vacacionábamos con mi señora y en el balneario vimos a una parejita. Un pibe de unos 15 o 16 y una chica de su edad, muy llamativa por lo bonita. Él se notaba muy enamorado, pero ella fría, distante. Esa misma noche salgo de la cabaña a fumar -en esa época todavía fumaba- y me pongo a caminar por el bosquecito. Todo bien hasta que noto que, al fondo, bien en lo oscuro, hay una parejita dándose cariño. No pude con las ganas de ser malo. En silencio me arrimé hasta ellos y de golpe prendí el cigarrillo, tratando de que el chispazo del encendedor los ilumine y asustarlos. Pero cuando les busco los ojitos para reírme de sus caras de susto: los reconozco Ella era la chica linda que había visto esa tarde, pero el pibe no era su noviecito, sino el bañero, un chabón un poco más grande que ella. Juro que esa traición ajena me pegó re mal. Ese cuento es la venganza del noviecito, es en palabras del escritor testigo el por qué la novia era tan fría esa aquella tarde.
¿Qué representa la mujer para vos?
Un igual. En mi caso, como heterosexual, mi fuente de deseo e inspiración. No hago distinción entre hombre o mujer. Creo que hay dos cosas que inspiran mucho al humano, una es el miedo a la muerte y otra el deseo al ser amado.
¿A quién te gustaría que llegue este libro?
Hice algunos envíos a Buenos Aires a escritores que admiro mucho ,como Enrique Decarli, Maca Moraña o Daniel Frini. Ya lo tienen en mano. Estoy esperando que lo terminen y me hagan alguna devolución
¿Cómo se ve “Juanci escritor” dentro de 10 años?
¡Con menos canas y menos panza! (Risas). Me veo igual. A lo mejor con más cosas publicadas y con un proyecto editorial, que ya tengo entre manos, funcionando bien. ¡Dios quiera!.
¿Qué es lo que te han dejado los personajes?
No es que me han dejado, me han sacado. Todos los personajes tienen “alguito” de uno, o de algún ser cercano que quise reflejar. Del primero al último, tienen algo cotidiano que me gustaría ser o haber hecho…
Con Juanci somos amigos desde una juventud, casi que lo vi crecer y ahora veo a “Historia e Histerias” como un hijo que fue gestando y pariendo de a poco. Lo disfruté mucho, leí este libro en diferentes lugares para ver un gran escritor y la compañía de un amigo en todos lados: fue conmigo en colectivo, al parque, la montaña. Este libro se deja leer de manera amena, como se deja leer esa persona sensible que es el Juanci Laborda escritor, me despido con un pequeño cuento, con el permiso de su autor.


Jonás
El flaco Jonás se puso de novio y poco a poco empezó a alejarse de los amigos hasta literalmente desaparecer. La última vez que lo vimos nos presentó a la novia, una piba de unos veintitantos, estudiante de periodismo y que lo triplicaba en peso. Unas semanas más tarde nos interrogó la Policía para ver si conocíamos su paradero. Doña Beba, su madre, había denunciado la desaparición. Nunca lo encontraron.
Al cumplirse veinte años sin noticias del Flaco la Justicia lo declaró legalmente muerto. Entonces, familiares y amigos le celebramos un funeral simbólico. Allí estaba Doña Beba, que encorvada y arrugada caminaba con andador; su última novia conocida, que había continuado aumentando su volumen; y los muchachos, todos con más panza y menos pelo. Un cura amigo de la familia celebró la misa, el Chelo leyó un poema que improvisó para la ocasión, comimos unos sanguchitos de miga y después nos dispersamos. Y juro, lo juro por esta, que cuando despedí con un beso a la gordita, me pareció oír la voz de Jonás pidiendo auxilio desde alguna parte.


Si bien es un cuento casi gracioso es lo que puede percibir muchas veces en él, la creatividad, ahora trabaja de lleno en lo que será su próximo libro (cambiando un poco de rubro) que seguro verá la luz muy pronto, porque no hay nada que detenga a Juanci que está decidido a abrir su camino con su propia ley.
Nota: Marina Menseguez
Foto y video: Jesica Flandes